Zola Budd, la princesa descalza
La ex-sudafricana que
corre descalza es la atleta más discutida: una fuente de polémicas, pero
también de aprobaciones, joya reconocida del atletismo mundial. Tiene la
ciudadanía inglesa y es tal vez el caso más controvertido del racismo en el
deporte. Una “niña
escandalosa”.
A los
19 años los cumplidos por Zola, muchas jóvenes, por cierto no campeonas, se
presentan y se comportan con desenfado y desenvoltura en la vida cotidiana. La
Budd no. Zola, fuera de las pistas, sugiere imágenes de protección, como si
fuera una cervatilla temerosa al menor ruido. Y esta imagen de Zola, que
increíblemente contrasta con su actuación atlética, es por cierto uno de los
elementos de su fortuna, junto al valor deportivo: existe, en verdad, la
constante conmoción delos corazones tiernos de las madres del mundo, y de los
cronistas, que a menudo tienen también su corazón de padre, en torno a las
exhibiciones de Zola Budd.
Ahora todos saben que Zola se hizo inglesa
para poder correr a través del mundo, porque el mundo prohibió de la sociedad
civilizada a Sudáfrica, que es su país. La ciudadanía británica le fue
concedida en la primavera de 1984, poco después que Zola fuera señalada con el récord
del mundo (no oficial) en los 5000 (15m01s83), el 5 de enero del mismo año en
Stellenbosch. La operación, una operación comercial esponsorizada por el diario
popular londinense “Sun”, fue
combatida por los laboristas y sostenida por madame Thatcher. Sin embargo, se
resolvió más que para la gloria del reino de Inglaterra, como motivo de
satisfacción para el racismo sudafricano.
Sudáfrica usa, en verdad, a Zola Budd para
publicitar una imagen falsa de sí, y la inocente Zola ofrece, por cierto
inconscientemente, el rostro más perfecto, las piernas más perfectas y el aire
más inocente del mundo para ese difícil rol. ¿Pero quién podría imaginar,
mirándola, que el país por ella representando es ése donde cotidianamente se
llevan a cabo los crímenes más atroces contra la humanidad? Porque éste es el
punto: Zola Budd jamás dijo una palabra, nunca hizo un gesto, en ningún momento
proclamó su compromiso de atleta y de muchacha por la igualdad de los hombres.
Y ni siquiera subrayó la separación de su país, radicándose de manera estable
en Inglaterra, volviéndose auténticamente inglesa: Zola es sólo una sudafricana
que empleó un “escamotage”, por cierto preparado por otros, para seguir
haciendo lo que está prohibido a sus compatriotas, también negros.
El deporte ya tuvo, y tiene aún, mucho
racismo en sus filas: es reciente la acción intentada por un ex gran jugador de
béisbol, y luego entrenador, Tommy Harper, contra los Red Sox, equipo de
Boston. Tommy Harper fue despedido de los Red Sox con pretextos bastante débiles:
en realidad, según parece, y el tribunal los está determinando, por puro
racismo. Los Red Sox fue siempre un equipo compuesto por blancos; y las pocas
veces que se encontraron con un negro en el grupo, hicieron de todo para
echarlo. Célebre el caso de Pumpsie Green, en 1959, Green fue el segundo negro
en la historia de la historia de los Red Sox, después que Jackie Robinson, en
1947, quebró por primera vez la uniformidad blanca de las líneas bostonianas. Y
racismo se ejerció contra Mark Spitz, porque es judío. Y se ejerce contra los
negros, en las piscinas de California y de muchos otros Estados de América del
Norte. Se hace racismo en el fútbol americano, evitando en lo posible dar a los
atletas de color el rol de organizadores del juego, afirmando que no son los
más indicados: y se los emplea como atacantes o defensores, en posiciones donde
no se puede prescindir de su superioridad atlética.
Pero, ¿es justo este razonamiento? En verdad,
el racismo no es una ideología, es un cáncer. No tiene justificaciones, fuera
de la explotación de unos hombres sobre otros. Investigadores de la universidad
de Berkeley, guiados por el doctor Allan C. Wilson, demostraron, a través del
estudio del ADN (el ácido desossiribo nucléico), sustancia que contiene nuestro
código genético, que el hombre deriva de una mujer africana, que vivó hace unos
140.000 años más o menos. La humanidad, generada en África, luego se extendió
por todo el mundo. Por consiguiente, ¿qué sentido tiene el racismo? La
fraternidad está probada por la ciencia y todos los que en cambio se organizan
y se esfuerzan por negarla no son otra cosa que células enloquecidas, que se
tiene el deber de aislar, así como se trata de aislar las células cancerígenas
de las sanas.
Una pena para Zola Budd, princesa descalza
del atletismo mundial. Pero no existe alternativa: o se está con ese sector del
mundo que pelea contra el racismo o se está de la otra parte. Y Lamine Diack no
debe estrecharle la mano, hasta que esta elección no se haya cumplido y
publicitado. (Fuente: Tony Highgate, ANSA, Londres, 1984)
Inicios
Se dio a conocer en 1984,
cuando con solo 17 años batió el récord mundial de los 5.000 metros en
Stellenbosch, Sudáfrica,
con una marca de 15:01,83. Lo hizo corriendo descalza, ya que siempre entrenaba
y competía descalza. Sin embargo la Federación Internacional de Atletismo
(IAAF), no reconoció el récord debido a que por esa época Sudáfrica estaba
excluida de los organismos internacionales debido a su política de segregación
racial conocida como apartheid.
Los Ángeles 1984
Ese mismo año se celebraban los Juegos
Olímpicos de Los Ángeles,
en los que Zola Budd no podía participar debido al veto que pesaba sobre
Sudáfrica por su política de segregación racial, que la excluía de los Juegos desde 1960. Pero
ocurrió que un periódico británico, el Daily Mail, persuadió a Zola Budd
de solicitar la ciudadanía británica, dado que su abuelo era británico, y poder
así competir con este país en los Juegos de
Los Ángeles.
Con el apoyo del Daily Mail y buena
parte de los medios derechistas, Budd obtuvo la ciudadanía británica en un
tiempo récord, en medio de una gran controversia, ya que para ello se habían
vulnerado los trámites legales y los plazos establecidos en este tipo de casos.
Por esta época Budd se trasladó a vivir a Guildford, Inglaterra. También
en Sudáfrica hubo grandes protestas, ya que los grupos anti-apartheid se quejaban de
la actitud británica, que mostraba una vez más el indisimulado apoyo dado por
el gobierno de Margaret Thatcher al gobierno racista de Sudáfrica
durante su mandato. Finalmente Budd participó en los 3.000 metros de los Juegos de
Los Ángeles, y lo hizo descalza, como
corría siempre.
El incidente con Mary Decker
La final se disputó el 11 de agosto. La primera parte de la carrera fue bastante lenta. A mitad de la
prueba Zola Budd decidió tomar el mando y ponerse a tirar del grupo. Por su
parte la estadounidense Mary Decker, campeona mundial el año anterior y otra de las
favoritas, se puso detrás de Budd. En un momento dado se produjo un contacto
entre ambas, y Decker tropezó (foto) y acabó en el suelo, lastimándose una
pierna y teniendo que abandonar la prueba. Budd siguió adelante tirando de la
carrera, aunque finalmente acabaría pagando el esfuerzo y solo fue 7ª
clasificada. Su encontronazo con Mary Decker fue una de las grandes polémicas
de los Juegos, ya que los medios norteamericanos y la propia Decker culparon a
Zola Budd de tirarla a propósito, mientras que los medios británicos apoyaban a
Budd.
Observando las imágenes del incidente no
parece que Budd hiciera nada antideportivo. Se trata de un lance de la carrera,
y un caso de simple mala suerte para Decker. Por otro lado es difícil hacer
recaer la responsabilidad de un contacto en una carrera sobre la atleta que
corre delante, como era el caso de Budd. En una encuesta realizada en 2002
por el canal británico Channel 4, este incidente fue incluido en el
puesto 93º de los 100 Grandes Momentos del Deporte. Sin embargo el asunto se
mezcló con temas políticos y patrióticos, y finalmente Zola Budd acabó siendo
la gran perjudicada.
Después de los Juegos
En 1985,
se proclamó campeona del mundo de cross-country en Lisboa.
Repetiría este éxito al año siguiente en Neuchâtel.
En ambas pruebas corrió también descalza.
El 26 de agosto
de ese año consiguió en Londres
un nuevo récord mundial de los 5.000 metros con 14:48,07 que esta vez si fue reconocido
por la IAAF.
El 8 de febrero
de 1986
batió en Cosford, Inglaterra,
el récord mundial de los 3.000 metros en pista cubierta con 8:39,79
Sin embargo falló en los Campeonatos de
Europa de Stuttgart
de ese mismo verano, donde fue 4ª en los 3.000 m.
Última etapa
El fin del apartheid
en Sudáfrica a principios de los 90, y la posibilidad de que este país pudiera
competir en los Juegos Olímpicos de Barcelona
1992, hicieron que Zola Budd
regresara a la competición. En 1991
consiguió en Durban
una marca de 8:35,72 en los 3.000 metros, la segunda mejor marca mundial del
año, tras su compatriota Elana Meyer, que hizo 8:32,00 en esa misma carrera.
Finalmente
participó en los 3.000 metros de los Juegos Olímpicos de Barcelona, representando a Sudáfrica.
Pese a la gran expectativa creada por su presencia, en el aspecto deportivo
decepcionó y no pudo clasificarse para la final de su prueba. Este fue el final
definitivo de su carrera deportiva.
En la actualidad sigue poseyendo los récords
mundiales junior de la milla (4:17,57 hecho en Zúrich
en 1985)
y de los 3.000 metros (8:28,83 hecho en Roma
en 1985).
También ostenta los récords de Sudáfrica de 1.500 m y de la milla, así como el
récord británico de la milla. En abril de 2006
solicitó el divorcio de su marido Mike Pieterse, y actualmente reside en Bloemfontein, con su madre y sus tres hijos: Mikey, Azelle y Lisa. Ella sigue
corriendo cada día entre 16 y 24 kilómetros, aunque no a nivel competitivo.
Zola Budd fue una de las corredoras de media
distancia con más talento en los años 1980, y su fulgurante irrupción internacional con solo 17
años hizo albergar grandes expectativas sobre ella. Sin embargo las
controversias políticas y de otro orden que rodearon su figura, frustraron en
parte su carrera. Nació el 26 de mayo de 1966 en Bloemfontein, Estado Libre de
Orange, Sudáfrica.
(Fuente:
www.juegos-olimpicos.com)